En la puerta de la pizzería más famosa, yo fumaba, con ese rito ya impenitente que me permite salirme de los otros. Una niña intentaba entrar, apenas tres años, mientras que la otra, de la misma edad más o menos, la retenía. —No puedes entrar sola. Las niñas pequeñas no pueden entrar sin una mamá … Sigue leyendo Apostar al llanto
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