Sin detalles: suavidad, rojo, penumbra, melodía, amor.
Después se van ensamblando los fotogramas poco a poco. Cinco palabras los traen engarzados, empaquetados para traslado. Al fin y al cabo, escribir siempre es una mudanza.
En cada mudanza algo se altera, la atmósfera se transforma en vida embellecida cuando depositamos en la nueva estancia la lista de las cosas que no se pueden olvidar: amor, suavidad, rojo, penumbra, melodía.
Quizá sea el recuerdo aquello que más se disfruta cuando, con las paredes ya limpias, volvemos a colocarlo en su sitio: melodía, amor, suavidad, rojo, penumbra.
Pero yo prefiero los detalles, los otros, los que pone la imaginación por encima de la memoria, cuando la penumbra se hace melodía, como si el amor contuviese una música suave que va tiñendo de rojo los bordes.
Quizás fuera rojo el principio de la penumbra, quizás cada melodía es un amor que avanza hacia la suavidad. Quizás no sólo cuente el conjunto, quizás la realidad siempre se nos desmenuza en palabras que el olvido congela en una lista.
Pero dentro del corazón, la vida se nos queda con todo detalle: suavidad, rojo, penumbra, melodía, amor.
Y mucho. Como tú dijiste.
Posees el gozo de su risa
Posees el gozo de su risa
pero debes saber que partirá.
Te inunda su alegría
te ilumina su rotunda carcajada
con una luz muy dulce,
pero no ignores que se irá.
Ella fluye,
ella es un líquido que detesta estancarse
ella es un pájaro que anida y emigra,
ella se irá.
Ella se irá y te dejará una marca de amor
que solamente curarás con su regreso efímero.
Entonces la verás de paso
y será como tropezar con el sol de la mañana
descubrir de nuevo su alegría,
nadar en ella
plácido
hasta un próximo encuentro inesperado.(Darío Jaramillo Agudelo, Libros de poemas, 2001)
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