—He estado mirando, pero me han dicho que todavía nada, que estaba en la lista, pero que no entraba en la siguiente llamada. Me han dicho que, en esta semana seguro que no, que quizás en la siguiente…

—Pues dijeron que iría todo más rápido, ¿no? ¡Qué decepción tanta espera!…

—¿Y qué le vamos a hacer? Eso sí, me han buscado en la lista y le han puesto a mi nombre un asterisco con un rotulador rojo, a ver si consiguen meterme en los que van a llamar la otra semana.

¡Dichoso universo! De los deseos de la lluvia de estrellas en lágrimas de santos, hay que pasarse a la fe de los asteriscos. ¡Benditos sean los rotuladores rojos!

¡Y pensar que hay quien no cree en la magia del abracadabra o de los bebedizos ecológicos!

Pero en cuanto abran las tiendas, voy a comprar un rotulador rojo y a llenar mi nombre de asteriscos por todos lados.

Me llamarán loco. ¡Qué ignorantes! Pobres, quienes no saben del poder de los asteriscos.