La vanguardia de la ciencia médica, la socio medicina, a través de un estudio recientemente publicado, está alertando de una nueva enfermedad que ya afecta a diez de cada doscientas personas y que se agudiza especialmente cuando comienza el verano.
Se trata de la temida depresión colectiva, caracterizada por un excesivo desarrollo del hábito de los hábitos, tendencia al sedentarismo pernicioso, problemas de sueño asociados a etapas sensorio motoras y a principios de globalización, tropiezos con las fuentes epistemológicas y aversión a la indescifrable numeración de los decretos.
Los sujetos que la padecen sienten impulsos suspensivos, que en ocasiones extremas les conducen a padecer ataques de risa tonta, dolores articulares (de índole programática) y trastornos estomacales por otoñitis. En casos graves sufren ataques de sopor insoportable y tienden a discutir encarnizadamente por un quítame allá esas décimas.
Por último, sufren trastornos del oído (falta de audiciencia) o del habla (calamonasias, trastofasias y antifasias inversas) de modo que les resulta ininteligible el discurso de personas de otros planetas.
Véanse los siguientes ejemplos, referidos por varios pacientes aquejados de esta enfermedad:
Motrizmente hablando, y una vez defensada la programación en orden entero-distal y próximo-insignificante, es conveniente desarrollar el hábito de los hábitos; para lo cual pasaré a explicar la rutina de las rutinas.
Hay que inmersar al niño en su entorno, transversalizando para ello los contenidos areales; si bien no de modo intensivo, sino preferiblemente en forma surrepticia. «Y a la misma vez» trabajamos las áreas con una gran globalidad.
Lo que está claro es que para que los aprendizajes sean significativos, tienen que ocurrir dos cosas: la primera es que sean significativos y, la otra… bueno, da igual, me salto la adivinanza. Y hay que ser realistas: no puedo llevármelos de viaje a la sierra, así que los sacaré al parque, que desde allí se ve perfectamente.
Los niños se pueden agrupar individualmente, ya que el muñeco es hiloconductor de una programación que «se hace para no dejar nada a la improvisación» (Palacios, Marchesi y Coll) pero que se me ha olvidado poner las actividades, ya las pondré más adelante. Pero, vamos, así ahora, se me ocurre ponerles una ficha para que distingan entre ancho y corto.
A principios de octubre haremos una fiesta en la que invitaremos a las familias para que los niños puedan «conocer a sus padres». Porque hay que partir de sus intereses y necesidades, pero que este año nos ha tocado disfrazarnos de indios.
Los niños se acercan a la realidad con los cuentos, porque en los cuentos salen castillos, bosques, lobos y zorras… que son cosas que existen en su entorno natural.
Si bien decía Voltaire que el secreto para aburrir a la gente es decirlo todo, convengamos que, la manera más efectiva de hacerlo, es no decir nada, pero usando muchas palabras.
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