Se supone que yo hago de poeta

pero eres tú la que pone la poesía

y me dices, con voz emocionada,

algo así, como que no sabes

qué harías si no estuviera.

Pero yo sé que ya no estoy,

que tu vida sin mí ya era tu vida,

que hay tristezas y alegrías

viviendo en todos los bolsillos

y en todos los rincones del calendario.

Y cuando esté todo visto para sentencia,

hayamos perdido o no el juicio,

que no se nos quede clavado el espanto

de no haber podido tocar el cielo.

Consolémonos con el hecho

de que un sueño sólo está separado de otro

por un puñado de lágrimas.