Supe del grito
por la piedra tallada,
por el silencio de las columnas
hechas garganta.
Supe de la soledad
por las ranuras, por el eco
del órgano, por el viento
atrapado en las laderas.
Después supe del escalofrío,
del desencanto hecho explanada,
del miedo elevado a castillo.
El mismo montón de piedras
puede ser monasterio, muralla,
refugio para peregrinos,
ruinas abandonadas.
¿Qué es lo que convierte
una retahíla de besos
en esperanza que aliente el deseo
o en derribos asolados
por la intemperie?
Quiero que sepas del grito
por estos renglones tallados,
por el silencio de este poema
hecho garganta.
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