Nos vamos desmembrando a terrones sobre la acera, encorvándonos sobre el fregadero, pegados al asiento de los coches, empapados de conversaciones sin respuesta. Nos deshacemos a estornudos de plumero, rebosando en la espuma que derraman las lavadoras, salvando los tropiezos que nos guardan las alfombras, resoplando en el sin aliento de todos los escalones. Nos derretimos en los pasos interminables que llevan al punto de partida, en la memoria de los anuncios de bebida que salen por las pantallas, en el angosto revuelo de las rebajas de ropa. Nos desgastamos en la saliva que el silencio deglute en balde, en el lento proceso de hilvanar los recuerdos con imperdibles, en los pasos de baile que las teclas deshojan a ratos, en cada mínimo gesto que escrutamos del aire. Nos derramamos en el absurdo rigor de las contraseñas, en el doble fondo de las palabras escritas, en las rodillas dobladas de los asientos que borran rastros de nada, en la enigmática senda de los versos que no riman. Nos vamos diluyendo en cada caricia perdida, en cada te quiero que nos tragamos, en la voz de consuelo que nunca oímos a tiempo, en el rostro que vemos cuando soñamos, en este ángel silente que nos atraviesa cuando leemos. Nos escurrimos en cada gota que se escapa del orgasmo solitario, nos esfumamos en el vacío de las manos que no se encuentran. Nos desplomamos sobre el olor cansado de las sábanas, por entre los sueños que vienen para no quedarse, bajo la luz hiriente de las computadoras. Nos extinguimos lentamente, caminando por esta vereda que mantiene el paraíso a un solo paso del infierno…

Dame la mano, eso es todo. Ven conmigo hacia lo que quede de nosotros.

Hay que ser muy valiente

Hay que ser muy valiente para vivir con miedo.
Contra de lo que se cree comúnmente,
no es siempre el miedo asunto de cobardes.
Para vivir muerto de miedo,
hace falta, en efecto, muchísimo valor.

(Ángel Gónzalez, Nada grave, 2008)

Ambigüedad de la catástrofe

Lo había perdido todo:
amor, familia, bienes, esperanzas.
Y se decía casi sin tristeza:
¿no es hermoso, por fin, vivir sin miedo?

(Ángel Gónzalez, Nada grave, 2008)