Este esfuerzo de armonizar palabras,

encontrar el acento,

subrayar el silencio y enhebrar el énfasis,

conmoverse y verse como desde fuera de la escena

para luego volver a entrar dentro,

este añadirte a los versos en la intención disparada,

en la letra consabida, en la atracción que quizá

ejerzan sobre el otro universo posible,

esta manía de esculpir para siempre

encuentros fugaces, de llamar a las cosas

por su otro nombre desconocido

para remover la sopa de la vida,

esta necesidad de encontrar renglones

de la talla precisa, este ímpetu

que despeluzna los instantes que toca,

este modo desenfocado de levantar

acta de la distancia,

este palpar lo real en el deseo

de lo imaginario,

esta confusa fritura de conceptos

en témpura de nubes, este caos

que siempre está al borde

del riguroso orden alfabético,

esta, en fin, silueta del destierro

que te está esperando aquí escrita,

no tiene nada que ver con la poesía.

Es mi esqueleto.

Ruina

[…]Tú solo y yo quedamos;
prepara tu esqueleto para el aire.
Yo solo y tú quedamos.

Prepara tu esqueleto;
hay que buscar de prisa, amor, de prisa,
nuestro perfil sin sueño.

Federico García Lorca)