Me pareciste más gordo, pensaba que eras más viejo, no puedo contarle a nadie lo sucedido. Creía que era más grave, estaba pensando en mis musarañas, no quería decir eso.
Me siento vulnerable, nadie lo diría al verme. No eres tan frágil como pareces, no tengo el corazón en venta, la compasión no es el camino. La tranquilidad es una estafa y la constancia es puro delirio.
A veces me siento un poco ridículo cuando me doy cuenta de que, en este mundo, el continente nunca se parece al contenido y, entonces, aun así, me sorprendo mirando a las personas como quien se asoma a un espejo.
Cuando se desgastan las suelas y el tumulto se envenena de frío, cuando acechan las muertes que vienen sin avisar y me miro empapado de dignidad, envuelto en humo a mis años, derramándome en cerveza por las tormentas y las aceras con eco, me siento ridículo.
Si dijera todo esto que digo en la barra de un bar, si contara mi mundo en verso a cualquier conocido, si escuchase mis propias palabras en conversaciones del asiento de atrás del autobús, me chirriarían en esperpento todos esos mismos goznes imprecisos que tú me abres con tanta seda.
Creo que, en el fondo, tan sólo escribo poemas para no sentirme ridículo.
La verdad que hay en la mentira
Al lector se le llenaron de pronto
los ojos de lágrimas,
y una voz cariñosa le susurró al oído:
—¿ Por qué lloras, si todo
en ese libro es de mentira?
Y él respondió:
— Lo sé;
pero lo que yo siento es de verdad.(Ángel González, Nada grave, 2008)
Breves acotaciones para una biografía
Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo
—pero luego no digas que no sabes lo que haces.Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte esta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.(Ángel González, Breves acotaciones para una biografía, 1969)
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