Tengo una cita con el médico, puede que llueva, me he quemado con aceite y no puede darme el sol.

Es que voy a comprarme zapatos para una boda, me sentiría incómoda, tengo que madrugar al día siguiente.

Estoy cansada, ya tengo puesto el pijama, se me ha olvidado decirte, quedaría raro, ya te llamo si eso.

Me gusta más la paella, es que ya es tarde, quizás vaya a un cumpleaños, sé que tengo algo ese día, tuve que salir con las niñas, he quedado en ir a ver a mi madre.

¡Qué sería de la originalidad sin la cortesía! Al fin y al cabo, la cortesía solo es necesaria para decir que no.

Pero el premio lo ganan los ojos azules. Le pregunté que si le parecía que estaba más delgado. Y ella me contestó: «¡Tú siempre estás guapo!».

Bendita cortesía. Y dichosos kilos.