La vida se resume en costumbres, en una retahíla de rutinas. Del tiempo que transcurre, pasamos la mayor parte enfrascados en labores repetitivas, periódicas, que hacemos sin recordar cuando aprendimos y sin plantearnos si se puede prescindir de ellas o hacerlas de otro modo.

Te levantas a la misma hora de todos los días, te duchas como todos los días, desayunas lo de siempre, coges el coche o la escoba, vas a las mismas tiendas a comprar las mismas cosas… Saludas a los de siempre, que te reciben como siempre.

Llamas o te llaman los mismos números, tomas alimentos idénticos a los que siempre comes, te echas una siesta repetida o lees la misma novela con títulos diferentes, ves la misma cadena en la tele, los mismos programas…

Escuchas las mismas músicas, los mismos ruidos de la calle. Ves a las mismas personas que ves siempre y te comportas como siempre con ellas. Y así hasta que te acuestas y duermes o no, como siempre.

La vida se resume en costumbres y los hombres nos resumimos en manías. Podría ser menos áspero y, en lugar de manías, decir que son preferencias, gustos, afinidades… Y puede que así comiencen, pero acaban siendo manías que se instalan y a las que es muy difícil expulsar.

Dejas los zapatos en el mismo sitio, eliges no mezclar el tomate con la lechuga, dejas para el final lo que menos te gusta o lo pones al principio.

Te levantas y miras a la ventana. Bajas y miras a la ventana. Comes y miras a la ventana. Fumas y miras a la ventana… Preferencias que se vuelven manías cuando, obviando el hecho de que no verás nada desde la ventana, siempre que subes las escaleras, miras…

Costumbres y manías que estoy intentando cambiar poco a poco, como a mi me gusta que ocurran las cosas, pero que se me resisten y se me quedan pegadas en los relojes y, sobre todo, en los dedos. Costumbres, rutinas, que pierden el sentido y se convierten en obligaciones y manías a las que uno es adicto.

Cuesta mucho esfuerzo este cambiar poco a poco el escenario de una vida que se deshace en rutinas y en adicciones. Demasiado esfuerzo para tan poco éxito en el cambio, para tanta lentitud de los resultados…

Algunos días me levanto con ganas de volverme a acostar. Y, sin embargo, las rutinas atacan, las manías invaden… y hay días que son idénticos a las nubes que se forman en mi cabeza.

Un día de estos, al levantarme, me acostaré.