El principal mandato de la Regla está pensado para alejar las mentes ociosas de pensamientos impuros, para encontrar un equilibrio entre el trabajo, la meditación, la oración y el sueño.
Hay que aprovechar la luz, especialmente en verano, y organizar las actividades en función del astro rey. Por la mañana, se limpia el patio de arriba, sombreado y accesible con los ojos pegados, de modo que la cara de la casa esté lavada. Y hay que regar, naturalmente, antes de que el calor evapore el líquido elemento.
Más tarde ducha y baños, atender al salón y a la cocina, para dejarlos listos antes de un nuevo uso. Un repaso a la entradilla, a la escalera del hall y, por último, subir al dormitorio a borrar las huellas de otra noche de insomnio y aire acondicionado.
Entretanto, meditación delante del ordenador, oración delante del humo y sueño delante del ordenador.
La cocina espera la previsión del almuerzo, los papeles y la ropa sucia, que hay que apaciguar antes de que se amotinen y hundan el barco. Un par de veces en semana, discusión con las pelusas y la inquietud de la lavadora, que tiene la preciosa costumbre de derramarse después de cada uso.
Entretanto, meditación delante del ordenador, oración delante del humo y sueño delante del ordenador.
Se come en el refectorio, mientras suenan las oraciones y las lecturas pías que tienen a bien proferir los presentadores de los telediarios. Después se coge un libro para meditar y que traiga el sueño.
A la tarde, cuando ya el sol no castiga tanto el patio de abajo, barrido y baldeo. Regar dentro u ordenar cacharros y evaluar su utilidad y su sitio.
Entretanto, meditación delante del ordenador, oración delante del humo y sueño delante del ordenador.
Y por las noches el último riego, la apertura de ventanas invocando la brisa, un refrescón para las baldosas y buscar cualquier cosa en el frigorífico que llevarse a la boca. Otra lectura, alguna película o fútbol, para entretener la cabeza.
Una hora antes de acostarse, por lo menos, última meditación delante del ordenador, última oración delante del humo. Y a esperar al sueño en la cama.
Yo, que soy abad y monje al mismo tiempo, de vez en cuando rompo las reglas y de vez en cuando ellas me rompen a mí. Ora et labora, me propongo, para no permitir a las mentes ociosas desbocarse en sinsentidos. Nada de alcohol, nada de mujeres, nada de dulces.
Pero no lo consigo. Y muchas veces me quedo perdido, mirando por las ventanas, extrañando voces, imaginando labios o encontrando placeres solitarios con derramamiento de fluidos.
Tendré que perseverar y hacer más ora y más labora. Para eso, nada mejor que meterse a hacer obra en el monasterio. Porque ora que te ora para que no surjan más pegas. Y labora que te labora acercando materiales al albañil.
Por eso hace una temporada que no puedo ni pasar por aquí.
La poesía es un atentado celeste
Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
Hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
La espera de mi retorno
Yo estoy en otros objetos
Ando en viaje dando un poco de mi vida
A ciertos árboles y a ciertas piedras
Que me han esperado muchos años
Se cansaron de esperarme y se sentaronYo no estoy y estoy
Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
Y yo querría el de ellos para expresarlos
He aquí el equívoco el atroz equívocoAngustioso lamentable
Me voy adentrando en estas plantas
Voy dejando mis ropas
Se me van cayendo las carnes
Y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas
Me estoy haciendo árbol Cuántas cosas me he ido convirtiendo en
[otras cosas…
Es doloroso y lleno de ternuraPodría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación
Hay que guardar silencio Esperar en silencio(Vicente Huidobro)
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