Siempre acierta. Olvida o recuerda, llama o no llama, baja o no baja, pero siempre acierta.
Entonces salgo a su encuentro y revolotea a mi paso, eso sí, sin levantar los pies del suelo. Me pregunta y me responde, me hace preguntarme y se responde, me cuenta y le cuento.
Me ha sacado de mis pensamientos hacia la tarde, me ha devuelto la risa a su temperatura exacta y me ha señalado con inocencia las señales de lo evidente, lo que todo el mundo cree ver menos yo. Y yo le he dicho que no. Nos contamos la verdad o no nos contamos.
Hemos explicado baches de la carretera y accidentes de cerveza o de vino. Y yo he recordado mientras estaba con él, mientras estaba en él, a todos los que alguna vez me han cambiado la vida. La lista, que no es una lista sino una red, es bastante ancha, no creas, como la de cualquier otro ser humano.
Tengo un ángel de la guarda y hoy ha sido su santo. ¡Felicidades!
Deja una respuesta