El primer anuncio me encantó. Una mujer sobre la cama saltaba sobre las nubes, retenía el tiempo navegando entre relojes, se abrazaba a la almohada y seguía soñando. Si te gusta soñar…
Hubo uno después que hablaba de una mirada, de un beso, de la diferencia entre cuanto dura y cuanto lo hacemos durar. Hermosa frase la última: la vida está llena de cosas que contar…
A continuación, el tercero que, bueno, era bastante peor y además ya lo conocía, pero siempre me fijo en él porque la última frase, casi la había escrito yo antes alguna vez: «Nosotros somos como somos porque tú eres como eres…»
Por último, para anunciar un coche, un ejecutivo se convierte en niño y disfruta de serlo haciendo cosas divertidas en la oficina. Hasta que se encuentra en el bolsillo la llave de su coche y siente el impulso de conducirlo. Pero claro, no llega a los pedales y la voz en off advierte, «ten cuidado con lo que deseas…»
Me gusta soñar, especialmente despierto, especialmente contigo, especialmente despierto y contigo. Entonces la vida se me llena de cosas que contarte y que escucharte contar, para toparme con la certeza de que ya no somos los que fuimos. Ahora somos como somos porque tú eres como eres conmigo, porque yo soy como soy contigo.
Sucede que, una tarde cualquiera, de improviso, ocurre la intimidad, en cualquier sitio, de cualquier manera, sin esfuerzo. Cuando uno habla de sí mismo pensando en el otro, cuando uno habla del otro como si fuera uno mismo. Y cuando se habla de los demás como si ya no existieran.
¿Ves? Estas cosas son las que te cuento cuando no te las cuento, las cosas que te escribo cuando no te escribo. Empiezo en anuncios y acabo en intimidad, aunque tú no lo sepas…
Aunque tú no lo sepas
Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos.
Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes,
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuando te marchas.
Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.(Luís García Montero, Habitaciones separadas, 1994)
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