Acabo de despertar en el centro de la masacre
donde las palabras se inflaman
con la espuma de las olas como promesas
que el mar devuelve incesantemente hasta la orilla.
Porque para perder la esperanza siempre hay tiempo
quiero hacerme amigo del olvido
mientras me rezume esta inhóspita alegría
de haberle perdido el miedo
a no estar a la altura de la vida.
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