Voy a llevarme lo cotidiano en este momento de la mudanza. Porque las cosas pequeñas son las cosas que rellenan la vida y cada acto minúsculo repetido es el que nos dice cómo somos y cómo hemos sido.
También me llevo la hipoteca78, esa que todos tenemos encima, que nunca se acaba de pagar y que no podemos subrogarle a nadie.
Esta noche quiero empaquetar las palabras que anuncian los tiempos mejores256. Porque no bastan, pero nunca nos sobran82, perdónenme las palabras125 y lo que no se escribe231 con ellas.
Precisamente hoy voy a llevarme a mi nuevo domicilio todos los días inversos56 y todos aquellos modos de mencionar la lluvia89 que me quepan en una maleta.
En una mano tomo el empeño290 de escribir una nueva vida, pero sé que me estoy gastando79 en el intento de encontrar noches irrompibles37.
Con la otra recojo un anecdotario41, por si una tarde en obras224 tuviera que asomarme desde el filo93 y gritarle al aire291.
Y me llevo el tiempo mientras tanto45.
Estoy envolviendo cuidadosamente un plan52 para llevarme. A veces cuesta empaquetar la esperanza en bolsitas que pueda uno ir consumiendo según pasan los días del calendario. Tener vocación de nube154, ayuda.
Hay que confiar en el juego del azar153 y musitar alguna oración de viernes227.
Porque a pesar de que casi nunca sale siete71 y que sé que llego tarde178, quiero creer en los próximos prodigios328 que están al llegar.