Querido blog:
Se acaba un nuevo día y como todas las noches, quiero despedirme de ti. Quiero despedirme y darte las gracias una vez más por seguir aquí conmigo. Tú, que podrías estar en el ordenador de los ricos y de los poderosos, has elegido el humilde hogar virtual de este pobre adolescente para dar ejemplo al mundo.
Yo… yo no puedo olvidar que en los momentos más difíciles de mi vida, cuando aquella navidad que duró tanto o cuando me operaron del riñón a mala leche, solo tú prestabas oídos a mis quejas e iluminabas mi camino.
Blog… yo… te llevo en el corazón.