Las palabras vertidas, derramadas, escanciadas sobre versos que apenas apagan la sed que me devora, las miradas perdidas y encontradas, los gestos dibujados a la sombra del azar que nos enreda, todas las horas que se me espesan en ausencias interminables.
El nombre imposible de las cosas, la temperatura silenciosa a la que me hierven los sueños, el espacio secreto al que me llevan tus ojos, los nervios sofocados, esta mansedumbre que simula derrota, el desvelo y el insomnio, el enjambre de los dedos que teclean cuando te buscan, y esta ternura que nada vale, es todo lo que puedo dejarte.
Testamento de humo que se pierde en el aire.