Se inocula una pequeña cantidad de agentes debilitados, generalmente sobre una solución salina de pH neutro, en varias dosis, según sea el caso y la resistencia del espécimen. Bacterias, casi siempre, aunque están en estudio otros agentes.
El efecto no es inmediato. Pero cuando la fisiología reacciona, lo hace furiosamente y se producen episodios de fiebre, malestar y desasosiego general. Es una especie de lucha interior que se desencadena por el dominio de la situación y para hacer perdurar el efecto agradable de las consecuencias.
Algunas veces, se ven visiones, los colores se intensifican o se pierde el sueño, que son efectos corrientes y hacen pensar en una mayor gravedad de los acontecimientos. Incluso, si dicha reacción dura en exceso, suelen ocurrir trastornos nerviosos y cambio de hábitos, que pueden conducir a situaciones de estrés melancólico.
En esos casos es bueno caminar, respirar hondo y hablar solo. Evitar alcohol y tabaco, que producen una euforia nerviosa que lleva, alternativamente, a soltar la lengua o a no poderla despegar del paladar. Se acaba la saliva enseguida y, en parte, a eso se debe un cierto descenso comunicativo del paciente.
Al mismo tiempo, la sangre tiene tendencia a almacenarse en lugares sin salida, lo cual desencadena una actitud retraída del sujeto para evitar que se note lo evidente. Es muy común que la tensión digital se alivie con procedimientos analógicos de índole solitaria y nocturna. Pero no son síntomas graves, incluso consiguen aliviar momentáneamente la ansiedad.
El efecto se describe muy gráficamente en la literatura especializada como un atontamiento generalizado que, en casos graves, puede durar toda la vida. Aunque remite gradualmente, su duración es variable, según los sujetos y la intensidad de la reacción al dejar de exponerse al agente.
Por fin, la fuerza de la fisiología vence y todo vuelve a la normalidad y al sosiego. Este es el curioso mecanismo de las vacunas, según Pasteur, mediante el cual, la enfermedad se cura a sí misma en un proceso lento de acondicionamiento interior.
Pero si el proceso se alarga, es conveniente añadir tratamiento de besos. Uno cada ocho horas, al menos. Aunque no sé si eso también lo observó Pasteur tan de cerca como yo.