No olvides nunca que yo soy como soy porque tú eres como eres.
Que me miras como te ves, que me veo en ti, en cómo me miras y que te puedo tener en cómo me tienes.
Y si no fuesen las cosas de este modo, no seríamos nada, porque así, tal y como somos, no podríamos estar en otros ojos, ni en mejores manos, ni en diferentes palabras.
No olvides nunca que hay cosas que sí son lo que parecen. Quiérete entonces como soy y quiéreme luego como eres.
Muerte en el olvido
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
—oscuro, torpe, malo— el que la habita…(Ángel González, Áspero mundo)