Una mentira pequeña deshecha en renglones,
como flecha
que rasga el velo insólito de las noches,
eso lo que soy, lo que he sido.
Para eso sirve la utopía, para apretarla
en las almohadas y que pueble los sueños,
para que sea raíz que se siembra en el miedo
y germine tumultos en la esperanza.
He pasado por tu vida como un tiempo que se añora,
como una sombra de la memoria
que tarda en difuminarse y que vuelve,
antes de haberse ido
del brillo que te distingue los ojos,
cada vez más lejana, más transparente,
niebla estéril sobre el paisaje
de los días rellenos
que corren sin descanso hacia ninguna parte.
Una mentira que a veces pudo tocarse,
manchar los dedos de un deseo indivisible,
que cambió la ruta de los volantes y supo
dibujar un cuerpo sobre el claroscuro de viejas tardes
que después se agotaron, indiferentes,
sobre noches tan olvidables como cualquier otra.
Sin embargo, aun siendo mentira,
una mentira que se ha vuelto enorme
de tanto deshilacharse por el uso,
sé que tengo un pétalo, una gota,
una verdad minúscula esparcida por los sueños
que sólo tus caricias consiguen
mantener en pie, cierta, viva,
imborrable.
Y luego viene un despertador que me la rompe
con gritos copiados de una misma hora,
para decirme que ya toca,
otra vez solo,
arriar el corazón y levantarse.
Casablanca
As time goes by…
Entre todos los bares de este mundo
he venido a este bar para encontrarte,
furtiva como siempre,
para rozar la piel de tus esquinas.Y cómo me hace daño tu cansancio
—ya sabes que mañana es cada lunes—
esa vieja, tristísima, memoria
de buscarle sentido a algo que bulle
como se abre una flor,
así, de golpe.Manías de la ausencia y tus nostalgias.
Te noto tan cansado…
Quiero dormir contigo. Busca sólo
un poco más de sueño y de tabaco.
Quiero morir contigo.
¿Por qué no me prometes un cumpleaños más?
Las arrugas ahí sí que son cosas serias
o el paso de los días,
con mis pechos que bajan a acariciar tus manos.
Y luego cuando un labio nos elude
en la piel de las ingles, ay, no muerdas,
y nos brinca por dentro…
Pero ahora llega el tren
como un viejo caballo del National
qué diestro en los obstáculos,
qué sucia su taberna,
qué mediodía oscuro al despedirte.
Te veo tan delgado
con tus causas perdidas,
tus canas en la llama de la copa,
mi amargo luchador, .
sonriendo lentamente, como si te murieras.Como al decirme adiós.
(Ángeles Mora, La canción del olvido, 1985)