Entreabrió los ojos como quien despierta de un sueño, con la cabeza vencida hacia el peso de la imaginación.
Me rozó el cuello con las manos para atraerme una vez más hacia su boca. Destensó la sonrisa tibia de su rostro y contrajo la respiración.
Con sólo medio paso pegó su aroma a mi cuerpo. Giró su cabeza, como siempre hace, hasta el ángulo justo que despierta el temblor del deseo en mi mentón.
Dejó que latiese su corazón tres veces consecutivas mientras, muy lentamente, posó el caramelo de sus labios en el espacio abierto que le ofrecían los míos. Cerró los ojos, como abandonándose, como cayendo suavemente hacia otro mundo de luces apagadas.
Y en ese instante de tanta oscuridad como resplandor, cuando el silencio exterior se traduce en un tumulto de sangres que laten y lenguas que se enredan, en ese instante, acaricié todos sus méritos.
Noté los mismos efectos, la misma piel cristalina, el mismo sabor. Era el mismo aire el que compartía, el mismo deseo, la misma saliva, el mismo pellizco de felicidad. Efectivamente, aquel trozo de amor condensado, aquel maravilloso beso artesano, era copia fiel del original.
Lo cual certifico para que conste a los efectos oportunos.
Canción de aniversario
…incómodos de no sentir el peso de los años».
J. Gil de BiedmaSon
extrañamente hermosos todavía,
estos labios de hace ahora tres años
y me parece inédito
el gesto de tu beso,
este llegar aquí cada vez más tranquilo,
con la serenidad
del que tiene por cómplice la vida
y su rutina.Hoy sabemos que entonces,
cuando tus veinte años y mi primer abrazo,
empezamos por ser
sobre todo indecisos: la tímida torpeza
de la primera noche
y la dificultad
con que dejar las manos
en el hábito infiel de nuestros vicios.Ahora
extrañamente hermoso estar aquí,
demasiado a menudo y decididos,
incómodo
de no sentir el peso de los años
aprendiendo contigo la premeditación
y escribiendo en tu piel mi alevosía.Porque suele haber bancos donde se espera siempre,
aceras que prefieres por costumbre
o líneas de autobús al mediodía.Y sin embargo tú
reapareces inédita en tu gesto
para decirme hoy
que le conteste al tiempo y sus preguntas
el práctico saber que tienes de mi cuerpo.(Luís García Montero, Poemas de Tristia, 1982)