Porque el azar también tiene fisiología, nada sabemos de la gota que entra, que se enreda en la lengua y recorre el cuerpo como viajera atónita de los vericuetos interiores de la vida. Puede quedarse en la sangre, en la linfa, formar parte del esqueleto o de una célula.
O salir convertida en otra, sudor que resbala por la espalda, vaho que se exhala en un día gris o que se estornuda cerrando los ojos en el escalofrío. Nada sabemos si acabará en lágrima de dolor o de mosquito, si se quedará en la saliva que transporte una risa, el suspiro de un nombre o si enjugará los labios secos de una mentira, si será semen que salta a otro cuerpo o que cae al vacío.
Nada sabemos de la gota. Puede que complete el viaje eléctrico de un pensamiento, que hidrate el sueño de una neurona, que se haga piedra en un riñón o que ayude a digerir el vacío del estómago.
Quizá provino de la lluvia o de la espuma de una cerveza, de otra saliva, rebotada de otro cuerpo. Tal vez la respiramos en una palabra que alguien nos dijo, la absorbimos sobre un sexo complacido o nos la untamos en un abrazo. Pudo ser una lágrima que aplastamos con los labios que, tal vez, nosotros mismos hicimos brotar.
Para cuando sepamos su significado, ya se nos habrá perdido en la fisiología del azar y no sabremos qué huella dejará en nuestra vida delatando la profundidad de su paso. Cada gota nos recorre como una anécdota y nosotros, al final, eso somos, nada menos que un anecdotario.
Una historia vulgar
Qué extraño es de repente todo esto
cuando te pasa a ti: que se arruine la carne,
que el entusiasmo falle, esos dos baluartes
que jamás se rindieron, ni siquiera
cuando todo tembló en algún momento.
La realidad te alcanza, y el mundo te parece
un chicle masticado que molesta
retener en la boca sin sabor. Vas llegando
donde jamás pensaste que llegaras,
porque no piensa el joven seriamente
?y ése ha sido el regalo más grande de la vida?
que su destino sea el deterioro.
Es vulgar esta historia como aquellas
que leías distante en los versos ajenos:
otro hombre comprende que ha gastado
para siempre la parte más hermosa
y también la más breve de su tiempo.
Es vulgar esta historia,
y al mundo no le importa.
Lo que tiene de nuevo es que por fin
ese hombre eres tú.(Vicente Gallego)