Hoy me he levantado sentimental, no sé, con ganas de decir bobadas y de pedir cosas imposibles. No me gusta estar así, no le pega nada a mi carácter distante, ni a mi rostro hierático, ni a mi forma de ser tan extraña.
No recuerdo si he soñado esta noche —si es que a este no dormir se le puede llamar sueño—, pero me he levantado sentimental y con ganas de pedir cosas raras. Que me dures mucho, todo lo que puedas, que al pensar en mí te sientas como en casa, que duermas bien todas las noches y que me dejes comerte las lágrimas.
Aunque quiero que llores poco de aquí en adelante, salgan las cosas como salgan. Sólo lo justo, lo imprescindible para estar viva, para que lo insípido del aire no deje marca.
No llores mucho, o nada, quiéreme sin sal, que me ha dado ahora por andar con la tensión alta.
Mientras tú existas
Mientras tú existas,
mientras mi mirada
te busque más allá de las colinas,
mientras nada
me llene el corazón,
si no es tu imagen, y haya
una remota posibilidad de que estés viva
en algún sitio, iluminada
por una luz?cualquiera…
Mientras
yo presienta que eres y te llamas
así, con ese nombre tuyo
tan pequeño,
seguiré como ahora, amada
mía,
transido de distancia,
bajo ese amor que crece y no se muere,
bajo ese amor que sigue y nunca acaba.(Ángel González, Áspero mundo, 1956)